Uno de los androides participantes en el torneo. Foto María Meléndrez Parada, Arturo Jiménez.
Periódico La Jornada
Jueves 6 de junio de 2013, p. 2
Jueves 6 de junio de 2013, p. 2
No van a tomar el poder mundial ni a someter o terminar con la raza
humana. A lo mucho, que no es poco, han comenzado a remplazar diferentes
funciones manuales e intelectuales de empleados y trabajadores.
Los robots son sólo máquinas electrónicas automatizadas, dotadas de cierta
inteligencia artificialy
capacidad de decisiónpara actividades específicas, que son dadas y quitadas por la voluntad humana. Es decir, no poseen emociones ni libre albedrío y su utilización para el bien o el mal depende del uso que le den los seres humanos.
Muy lejos de las fascinantes historias futuristas de la literatura y del cine de ciencia ficción –que comenzaron con toscos y rígidos autómatas y han derivado en complejos, amenazantes y hasta seductores androides, ciborgs y demás– los robots de la realidad buscan aligerar el trabajo en el hogar, la vida cotidiana, centros de investigación, los servicios y la industria.
Por ejemplo, como comentó ayer Yoloxóchitl Bustamante, directora general del Instituto Politécnico Nacional, y lo reitera en entrevista Arnoldi Aguilar Medrano –estudiante de ingeniería, inventor, competidor y uno de los organizadores de la primera Copa Internacional de Robótica IPN-México, que se realiza en Zacatenco y concluirá este viernes–, en el país la industria automotriz utiliza tecnología robótica para aplicar el color a los vehículos.
Dicha labor antes era realizada por los obreros, que, pese a contar con el equipo adecuado, siempre estaban bajo el riesgo de los vapores de la pintura. Esos sistemas, por cierto, fueron creados por especialistas del Politécnico.
A petición del Instituto Nacional de Antropología e Historia, un egresado del IPN desarrolló el pequeño robot Tlaloque I para explorar mediante fotografía y video las cámaras subterráneas de las pirámides de la zona arqueológica de Teotihuacán.
En el IPN también se desarrolló una
prótesis biorrobótica, mano adaptada al fenotipo mexicano que puede realizar diversos movimientos y adaptarse a múltiples componentes auxiliares, a fin de realizar la función de unión con el muñón del miembro amputado.
Éxitos
México, en general, y el IPN, en particular, han cosechado diversos
éxitos en concursos internacionales. El año pasado, en las olimpiadas de robots
conocidas como Robogames, realizadas en San Mateo, California, estudiantes
politécnicos ganaron 20 medallas de oro, plata y bronce. Con ello se ubicaron en
segundo lugar, por abajo de Estados Unidos, pero por arriba de países como Japón
o europeos.
Un robot, de manera clara y sencilla, es un dispositivo mecánico y electrónico, el cual debe tomar decisiones por sí mismo para resolver problemas, comparte Aguilar Medrano, también integrante de la Comunidad Politécnica de Robótica, y agrega:
En el caso de las competiciones de esta copa, tiene que resolver el problema de no salirse de la línea o, en los robots de combate, cómo atacar a su oponente y sacarlo del área. Tiene que estar dotado de cierta inteligencia y autonomía, sólo así es considerado un robot, aunque hay unos radiocontrolados, como el caso de la categoría de minisumo, pero tienen cierta autonomía al competir.
Comenta que para crear un robot se requiere en primer lugar de un microcontrolador, a fin de dotarle de cierta lógica por medio de un lenguaje.
La robótica es multidisciplinaria, pues se requieren conocimientos de computación, informática, mecánica, electrónica, inteligencia artificial, redes neuronales, lógica difusa, resistencia de materiales, diseño, y a veces se aplican distintos algoritmos matemáticos.
Pese a ello, asegura:
Los temas de la robótica deben llegar a los distintos sectores de la población mexicana, pues son vistos como un tabú e incluso se les tiene cierto temor. Se piensa que es algo de especialistas, que hay que estudiar demasiado, pero no es verdad. Si requiere un estudio y una disciplina, pero sobre todo imaginación. Y es muy divertido construir un robot.
http://www.jornada.unam.mx/2013/06/06/ciencias/a02n1cie
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