La Jefatura del Sector Educativo No. 12 esta ubicada en la Cd. de Gómez Palacio, Dgo. México.
Nuestra misión es constituirnos como un Sector a la vanguardia, dedicado a ofrecer educación de calidad con equidad a la población escolar para contribuir a la formación de niñas y niños capaces de generar conocimientos, habilidades, actitudes y valores que impulsen su desarrollo armónico y estén aptos para resolver la problemática de su vida cotidiana.
Para lograrlo nos apoyamos en los programas que han sido diseñados para eficientizar el servicio educativo encaminados a desarrollar una formación integral de los educandos.

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Este espacio ha sido creado con la finalidad de mantener una comunicación efectiva e informar de las actividades que se llevan a cabo por todos los integrantes de este Sector Educativo: Supervisores Escolares, Asesores Técnico Pedagógico, Maestros frente a Grupo y Padres de Familia.
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miércoles, 22 de mayo de 2013

Emergencia educativa

Roberto Blancarte
Es interesante cómo una institución religiosa puede presentar algo viejo como si fuera nuevo y ofrecer la misma antigua receta que no ha funcionado durante siglos como si fuese la poción mágica que va a salvar al país.

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), después de presentar con poco éxito mediático y político el año pasado un documento titulado “Educar para la sociedad; reflexiones y orientaciones sobre la educación en México”, vuelve ahora a presentarlo ante los medios, bajo el pretexto del Día del Maestro y de que esta semana fue entregado al cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura.

Todo lo cual parecería más bien un pretexto para volver a publicitar el documento ya que, en todo caso, me parece, tenía que haber sido presentado al prefecto de la Congregación para la Educación Católica. El responsable de esta nueva promoción es el muy respetable arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, quien está a cargo de la “Dimensión de la Pastoral Educativa”, de la CEM.

Suárez Inda, quien también es arzobispo de Morelia, insistió en parte de lo que señala el documento citado, es decir que “ante la emergencia educativa actual es indispensable crear alianzas, tejer redes, despertar sinergias entre familia, escuela, medios de comunicación, gobernantes, empresarios e iglesias”.

En la misma presentación, el secretario general de la CEM, Eugenio Lira Rugarcía, habría remarcado que el interés que tiene la Iglesia católica en el tema educativo no atenta contra la laicidad del Estado. Comentó al respecto “que un auténtico Estado laico no puede ser excluyente, porque Estado laico sólo significa que no es confesional, así que no se violenta cuando se presentan ideas, por eso podemos proponer elementos que consideramos importantes para la tarea educativa, para que la educación abarque a la persona en su integralidad y haya una educación que permita establecer un desarrollo integral de la nación, nosotros no imponemos, sólo proponemos”.

Tiene mucha razón el obispo Lira Rugarcía en que el Estado laico no se violenta cuando se presentan ideas. De hecho para eso sirve, entre otras cosas. Pero se equivoca, o por lo menos se confunde, cuando señala que “Estado laico sólo significa que no es confesional”. El Estado laico es mucho más que eso. El Estado laico, en materia educativa, tiene la obligación de garantizar una educación con valores universales; es decir, compartidos por todos a través de una aproximación científica de los temas que trata. La educación laica, de esa manera, permite a los alumnos acceder a conocimientos y perspectivas que, más allá de cualquier enfoque religioso, puede ser discutido, experimentado, comprobado y refutado bajo ciertas reglas.

La escuela laica, en consecuencia, no divulga posiciones doctrinales, de ninguna iglesia o agrupación religiosa, sino verdades establecidas científicamente, que luego pueden ser puestas a prueba y eventualmente cuestionadas; pero siempre bajo un método específico de comprobación y refutación riguroso. Contrariamente a la educación religiosa, la educación laica y científica no defiende verdades absolutas, aunque sí protege los principios que la sociedad considera valiosos: el de la libertad, por ejemplo, el de la tolerancia y el respeto a los demás, aunque se crea en algo distinto o se viva de manera diversa. La regla última es que la libertad del otro es el límite de la nuestra. Nadie le puede imponer a los demás su verdad o su doctrina, por más sagrada que sea desde su perspectiva.

Los obispos católicos mexicanos dicen proponer y no buscar el imponer lo que piensan. Si realmente lo creen, ése sí es un gran avance, porque hasta ahora, cuando han podido han impuesto al conjunto de la población (católica o no) su visión doctrinal. El último ejemplo es la introducción en diversos estados de la República de su muy sesgada visión acerca del derecho a la vida. Tampoco han dudado en ejercer toda su influencia en muchas políticas públicas locales para limitar el derecho de las personas a la anticoncepción, ya no digamos a una educación sexual realmente integral. Y lo han hecho contra la evidencia científica, manipulando mañosamente información para presentarla como tal.

Si los obispos católicos fuesen realmente consecuentes con lo que dicen y no buscaran imponer sus muy particulares perspectivas, no tratarían de utilizar los instrumentos del Estado para alcanzar sus objetivos; se dedicarían, como es su derecho y su deber, a tratar de convencer a los propios católicos acerca de sus posturas, las cuales, lo sabemos, no son compartidas por la mayoría de los feligreses. Ése debería ser el verdadero reto de los obispos: convencer a sus propios feligreses de su postura. Pero con sus propios medios, no los del Estado.

No es por azar que el documento en cuestión critique abundantemente al libro de texto gratuito y a la política educativa laica. Es la vieja y conocida postura que quisiera, sin decirlo, que la religión se impartiera en las aulas públicas.

 Lo único bueno es que sabemos que ésta es la postura del Episcopado, no la de los católicos. Así que démosle la bienvenida como una opinión más y cuidemos que a nadie se le ocurra imponerla.

http://educacioncontracorriente.org/observatorio/2549-emergencia-educativa

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