Un niño en la Feria del Libro del Palacio de Minería. Foto: Hugo Cruz. |
MÉXICO, D.F. (apro).- El sociólogo Roger Bartra recordó hace unos días las cifras “aterradoras” de la lectura en México, donde el 95% de la población adulta no lee o son lectores ocasionales, para establecer que el libro digital no representa una amenaza para la letra impresa, pues como sea la lectura es un lujo, un fenómeno elitista en cualquiera de sus soportes.
El autor de El salvaje en el espejo ofreció el pasado martes 10 de septiembre la conferencia inaugural del Tercer Simposio Internacional sobre Libro Electrónico. La cadena del libro en el mundo digital, realizado en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, con la participación de treinta especialistas, escritores y gente relacionada con el medio editorial digital.
Bartra citó de inicio el libro de Fernando Gonzalbo Escalante, A la sombra de los libros. Lectura, mercado y vida pública para recordar que en el país existe solamente medio millón de lectores habituales, “una minoría insignificante” que hace al autor concluir que “los libros no tienen casi ningún peso como forma de comunicación en el espacio público”.
Pero, agregó el sociólogo, eso sucede en todas las sociedades del mundo, donde la población “ni lee, ni quiere leer, ni piensa que sea importante la lectura”. Enfatizó:
“La lectura es pues un fenómeno minoritario y elitista. Y no obstante la lectura se ubica en el centro de la cultura moderna, pues gracias a ella se forman los cuadros que hacen funcionar las instituciones, desde la política hasta la ciencia, la administración y las finanzas, las comunicaciones y los hospitales, los consultorios, la construcción de edificios, la creación de todo tipo de bienes.”
Hay, a decir suyo, una paradoja pues mientras la mayor parte de la población carece del hábito de lectura, vive inmersa en una sociedad que simplemente no podría funcionar y se extinguiría sin la lectura.
Y hay una parte de la sociedad que sí está acostumbrada a leer libros, periódicos, revistas, así como las “gigantescas” bases de datos e información que ofrece ahora la Internet. Todo ello son para él “memorias artificiales que funcionan como prótesis para apoyar y expandir las limitaciones de nuestra capacidad natural de almacenar información dentro de la cabeza”.
Ahora se discute si es innecesario leer libros dado que Internet ofrece mucha información, o si es verdad que estos nuevos medios están minando la capacidad de concentración y reflexión de los usuarios. Lo cierto, dijo él, es que ha habido un cambio en la estructura del cerebro, pero igualmente se dio con la aparición de la escritura, y en todo caso “las armas son más peligrosas” que la red.
Se dice también que los jóvenes no quieren ahora leer un libro completo pero eso no es atribuible a la Internet, pues siempre ha habido quienes no quieren leer. En cambio hoy la red permite descargar libros completos, por ejemplo El Quijote.
Lo que él llamó las prótesis (libros) son en realidad un lujo al cual pocos acceden. No obstante, que predomine en muchos medios la idea de que los medios impresos deben ser baratos y se ve con buenos ojos que el gobierno o alguna cadena de supermercados ofrezca libros producidos masivamente, muchos terminan en bodegas o son triturados para producir nuevo papel.
Y no se pronunció necesariamente porque los libros sean caros, pero no cree que por ser baratos vayan a venderse “como pan caliente”. Sucede, agregó, que estamos ante un efecto “perverso de desvalorización de la letra impresa” y lo cierto es que “las políticas de abaratamiento de los libros no parecen haber producido ni están produciendo una rápida y masiva expansión del hábito de la lectura”.
Los lectores buscan ahora mucha de la información en la red. No hay que olvidar, continuó, que durante un largo tiempo la lectura y sus soportes serán un lujo del que gozarán solamente porciones minoritarias de la población:
“No quiero exaltar este carácter elitista del libro, qué más quisiera que fuera un fenómeno masivo y mayoritario, pero no quiero negar la realidad. En este terreno difícilmente puede competir con las nuevas expresiones de literatura como las series producidas para la televisión, la novela escrita no desaparecerá y permanecerá ligada a los libros en cualquiera de sus formas, pero no puede competir en el terreno de la cultura de masas que retoman las técnicas del folletón decimonónico y que además aprovechan los recursos del teatro y del cine.
“Sin embargo, hay que destacar que la lectura, siendo un fenómeno minoritario, no es marginal por el contrario se encuentra en el centro de nuestra cultura, de nuestra civilización”, concluyó.
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